No Temas El Sufrimiento. O de cómo lidiar con él

Gloria Maroto

Gloria Maroto

Profesora de Arte

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Quienes nos embarcamos en la búsqueda del conocimiento interior, debemos considerarnos como verdaderos alquimistas. El alquimista, antes de lograr la Piedra Filosofal, que convertía el plomo en oro, tenía que pasar por un largo proceso que se podría sintetizar así: Nigredo (en esta fase la materia es negra), Albedo (se tornaba blanca) y Rubedo (materia roja), al llegar a esta última  fase de la materia, su alma también había trascendido la lucha de los contrarios, se había convertido de plomo en oro. La mayoría de nosotros, me incluyo ahí, estamos en la primera fase: NIGREDO. Luchamos con nuestras contradicciones día tras día, pero esa lucha es la que nos hace crecer, comprender y madurar. Como aprendices de alquimistas os propongo una práctica utilísima para lidiar con nuestras sombras, con nuestro PLOMO, para transformarnos cada vez más en ORO:

 

Aísla una emoción dolorosa, cualquiera, ellas siempre llegan, de repente, cuando menos te las esperas: un miedo soterrado, una tristeza profunda, un pinchazo en el pecho…sin tú siquieras saber por qué, te sustrae, te secuestra a ti y a tus pensamientos, te amarga una tarde, después de una rica siesta, o al anochecer. Caes en ese vacío inmenso en el que se convierte tu vida de repente, sin venir a cuento, en un minuto o unas horas de tu día: LA NADA.

Te propongo un experimento diferente:

Cuando sientas a uno de estos animalitos peludos visitarte, cuando nadie lo ha llamado, ya sea el miedo, la angustia, el resentimiento, la tristeza, o cualquier sentimiento que consideres negativo, ¡AÍSLALO!…

¿Cómo se hace eso?

Simplemente, dondequiera que estés, séntad@ o de pie, obsérvalo. Pero vamos a llevarnos de lo que decía Buda, que por algo era muy listo, no trates de observarlo directamente, como un sentimiento o una emoción, sino que lo aisles en una zona geográfica de tu cuerpo: ya sea el pecho, la boca del estómago, la garganta, etc. Toda emoción o sentimiento deja su impronta en el cuerpo, reverbera en una zona física, por lo cual es más fácil observar esas sensaciones que a la emoción o al sentimiento directamente, porque son cosas abstractas.

 

Observa la sensación corporal de esa emoción, dónde te agarra, el miedo a algunas personas les atrapa el estómago, la tristeza suele sentirse en el pecho, a veces en la garganta.

 

 

Cuando sientas ese secuestro repentino de una emoción dolorosa (ya sea sin causa aparente, como por una causa bien conocida.), en vez de dejarte llevar por la película y los acontecimientos ilusorios que articula tu mente, y que encima lo alimentan, trata de ser consciente del eco que deja en tu cuerpo: ¿es el pecho, mi estómago, el plexo solar? y céntrate en esa sensación corporal, no busques un culpable para ese dolor, una causa, aunque la sepas, eso no importa; lo importante es el AQUÍ Y AHORA. En ese momento no está ocurriendo nada, absolutamente nada que no sean TÚ y esa SENSACIÓN. Lo que imagines, lo que pienses, las películas que te montes, son sólo eso: ILUSIONES, por lo cual sólo quédate con esa sensación corpórea, que sí que está ahí, y tu CONSCIENCIA de ella.

 

Ahí la observas, sin juzgarla, sin aprobarla, sin condenarla, sin siquiera desear que se vaya, pondré el ejemplo que utilizó Krishnamurti: “mírala como a una lagartija que se traslada por la pared de tu habitación”, no es algo tuyo, es sólo un fenómeno de la naturaleza esa sensación: ¿qué sientes? ¿al mirarla aumenta? ¿disminuye? ¿palpita? ¿desaparece? ¿es caliente? ¿de caliente pasa a fría o al revés? ¿la sientes líquida? ¿sólida? ¿se vuelve gaseosa?.

Importante:

Aquí no te propongo que indagues en esas emociones profundamente y trates de descubrir una resonancia del pasado, sino que te quedes con la sensación del dolor o angustia, en el AQUÍ Y AHORA, tú y ella, sin temer a verla tal como es. A esto se le denomina Visión Cabal, que es ver las cosas tal como son, sin la intervención de tus pensamientos, tus prejuicios, tus valores, etc.

¿Para qué voy a hacer todo eso?

Este ejercicio es una práctica de atención que purifica la mente (es el atanor del alquimista), tanto a nivel consciente como inconsciente, deshaciendo bloqueos internos limitantes y dolorosos, es una válvula de escape segura que al eliminar toxinas psíquicas, arraigan nuestra consciencia al PURO SER, y con su práctica vamos dejando de ser esclavos de nuestras emociones, sentimientos, pensamientos y, como no, hasta de nuestros prejuicios. A la vez nos damos cuenta de que nuestro yo es ilusorio y de que no hay que tomárselo tan en serio. Este conocimiento nos conduce a la libertad.

 

Ricardo Martínez
Editor de Ciudad Consciente.

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