Perfiles: Entrevista con Jorge Lomar. Maestro fundador de la Escuela del Perdón

Cualquier espiritualidad auténtica, no solo el cristianismo –entendido como camino espiritual y no como dogma o institución- te lleva a reconocerte como Espíritu, te devuelve a la identificación con Dios, con lo Divino, por tanto, toda espiritualidad real es no dualista.

 

¿Cómo llegas al Perdón?

 

La experiencia del perdón se hace natural en tu vida, y se convierte en un camino espiritual, a partir de aceptar la paz como un estado natural. La aceptación de la paz es un paso primordial para reconocer el auténtico Yo. Después de este paso hay un camino, una secuencia ordenada y dulce de rendiciones a la verdad: el ego comienza a disolverse. Es importante comenzar a considerar que el perdón no es una técnica, ni algo “que haces”, sino que al redescubrir a que se refiere verdaderamente el perdón, en toda la profundidad que nos llega desde el anhelo del Amor, te das cuenta de que se trata de un camino espiritual completo.

 

¿Se relaciona el Perdón con Un curso de Milagros?

 

Si. Un Curso de Milagros es un libro que trae al mundo una revelación profunda para iniciarte al camino del perdón en la no dualidad, es decir, desde la relación y la unidad. Por supuesto, existían miles de referencias a este camino antes de este libro, pero Un Curso de Milagros es una didáctica actualizada al nivel de conciencia actual. Y sigue actualizándose, pues constantemente llegan revelaciones perfectamente adecuadas a nuestro nivel de conciencia.

 

¿Qué papel desempeña Reyes Ollero y los tutores en su colaboración contigo?

 

Todos cumplimos un papel similar en lo profundo, con ciertas diferencias funcionales en la forma, pero todos compartimos la experiencia del perdón. Ayudamos a las personas a introducirse a este camino, y de este modo, recibimos la mejor ayuda posible para expandir nuestra propia conciencia del perdón.

 

La pareja, por centrarnos en un tipo de relación íntima y profunda, se pone al servicio de la expresión del amor incondicional a través del perdón. El perdón, por tanto, hace de la pareja un camino sagrado, como bien dices en la pregunta, una práctica espiritual, porque el perdón hace de toda relación una relación sagrada.

 

 

¿A qué llamas el personaje en tus libros y charlas?

 

El personaje es el falso yo. Corresponde con el yo al que habitualmente se refiere todo el mundo. Es la persona, pero además de un cuerpo, una personalidad explícita y una circunstancia social, cultural o histórica, la idea de personaje se refiere también a todo el sistema de pensamiento, aparentemente propio e inconsciente, que mueve a la mente identificada con ese yo separado, particular e individual.

 

Para aclarar un poco más, conviene decir aquí que llamo “programa” al ego, porque resulta muy didáctico e interesante, a efectos de la observación, mirar al ego como un programa, un sistema de pensamiento completo y coherente consigo mismo, una manera completa de pensar. Si el ego es un programa colectivo, el personaje, en cambio, es ese programa personalizado o particularizado en una expresión propia y única.

 

Finalmente, lo vives como una idea de persona a la que te refieres como “yo”. Y es de esta manera como, en la mente, se crea la ilusión de un yo falso.

 

Dices que la relación de Pareja no es un fin, sino un medio, como una práctica espiritual (sadhana) que nos conduce a la libertad interior. ¿Cuál es el proceso por el cual una compañera o compañero puede ser el camino a la verdadera libertad?

 

El proceso es el perdón. La pareja, por centrarnos en un tipo de relación íntima y profunda, se pone al servicio de la expresión del amor incondicional a través del perdón. El perdón, por tanto, hace de la pareja un camino sagrado, como bien dices en la pregunta, una práctica espiritual, porque el perdón hace de toda relación una relación sagrada. Por tanto, el proceso es perdonar consistente y constantemente a la pareja, es decir, cambiar la percepción de un “otro” a verle como “una expresión de mí mismo que es perfecta e inocente”. Es un cambio constante y consciente del conflicto al reconocimiento del Ser.

 

El niño interior toma la forma del falso yo, del “yo idea” en el que vives, del mismo modo que tu sentir se adapta a tus creencias. Por tanto, representa el conflicto existencial de cada cual, que básicamente apunta a sentirse solo, erróneo, herido, aislado y abandonado.

 

¿A qué le llamas el niño o la niña interior?

 

El niño interior es una intuición arquetípica que ha sido utilizada de formas muy distintas. Para el perdón, el niño interior es una conciencia de inocencia existencial que vive en lo profundo de ti, en lo profundo de todos, y que apunta a la expresión de esa inocencia en el mundo.

 

Esa identidad infantil, inocente, sin obligación ni objetivo, gozosa, alegre y fluida, es castigada, reprimida y aparentemente dañada por el sistema de pensamiento de la separación, es decir, por el ego, que carga contra la identidad esencial para modelarla, pues esa es su función. Por ello, el niño interior, al principio se le percibe como un niño herido, abandonado, solo, retraído, o de distintas maneras según la forma que tome la “herida” en cada personalidad o camino personal.

 

El niño interior toma la forma del falso yo, del “yo idea” en el que vives, del mismo modo que tu sentir se adapta a tus creencias. Por tanto, representa el conflicto existencial de cada cual, que básicamente apunta a sentirse solo, erróneo, herido, aislado y abandonado.

 

¿Qué es el Maestro Interno?

 

Todos damos forma, psicológicamente, a ese niño interno herido, pero esto no hace que desaparezca su inocencia fundamental. Más allá de la idea de herida de ese niño, hay una respuesta amable y sabia, un abrazo, una manera de mirar distinta, una relación interior con el Amor. Existe siempre dentro de cada cual una sabiduría de Amor en lo profundo. Esta sabiduría o voz interior despierta solo por propia voluntad. Por eso la aceptación de la paz es tan importante como paso previo.

 

Es decir, la base fundamental del niño interior, la sabiduría de la inocencia y la unidad, permanece a salvo por muchas ideas de ataque y soledad que el ego, o si quieres “el mundo”, parezca haberte superpuesto.

 

El perdón se vive como una reconciliación interior, como una nueva relación interior entre tu conciencia de ti mismo y el Amor. La manera didáctica de experimentar esto, es el Maestro Interno.

 

El Maestro Interno es una experiencia de guía interna que todos conocemos intuitivamente. Es como la “Madre Interna”, es el amor que abraza al niño herido, es la compasión universal, la misericordia de la Totalidad recibiéndote en tu perfecta inocencia. Es la sagrada compañía experimentándose sobre todo como una relación en el interior, un abrazo interno del conflicto que finalmente trasciende las ideas que provocaron ese conflicto.

 

Un Curso de Milagros usa los términos del cristianismo tradicional para introducir el perdón no dual en la mente. Por ello, se refiere al Maestro Interno como al Espíritu Santo, que es la Voz de Dios dentro de ti, o si lo expresamos una manera más universal, sería la voz del Amor en tu interior abrazando tu experiencia. Esta es la guía interna que comenzamos a escuchar en el camino del perdón. Finalmente, esto se convierte en una experiencia pura que trasciende los símbolos didácticos.

 

El Maestro Interno es una experiencia de guía interna que todos conocemos intuitivamente. Es como la “Madre Interna”, es el amor que abraza al niño herido, es la compasión universal, la misericordia de la Totalidad recibiéndote en tu perfecta inocencia.

 

Estoy sorprendido de cómo haces posible que estos conceptos tan abstractos sean asequibles a tantas personas de diferentes niveles educacionales. ¿Cuál es el método?

 

Simplemente comparto lo que vivo y lo que entiendo, no tiene ningún truco, se trata de conectar con quien quiere conectar, con quien está abierto a esta manera de expresar en particular. Ten en cuenta que hay un sinfín de maneras o caminos que apuntan finalmente al perdón, pues en realidad todos los caminos son uno solo. Mi manera es una entre miles, y por supuesto, hay quien la comparte, pues no es una manera personal, no lo “he inventado yo”. Todo lo que comparto me ha llegado desde más allá del mundo, al igual que le llega a cualquiera que vive un camino espiritual.

 

Pero hay muchos niveles de conciencia conviviendo en la misma mente colectiva, y por ello hacen falta miles de maneras distintas de despertar a la Verdad. Cada una de las maneras se vive en relación, se comparte, pues un camino de unidad debe compartirse desde el primer momento, ya que toda expresión es relación.

 

¿En qué consiste aprender a honrar nuestras emociones y nuestros sentimientos y abrazarlos con nuestra conciencia?

 

Lo importante es abrirse a sentir y dejar a un lado todo lo que clasifica, comprime y estructura la experiencia. Estamos hablando de los primeros pasos hacia la presencia. Abrazar el sentir es la experiencia constante de auto aceptación, como sintiente, más allá de la imagen personal, como un experimentador libre. Es tan sencillo como abrirte a respirar, relajarte y atender tu experiencia, tu presente. Pero también es tan difícil como aceptar el dolor o la ira tal como brotan, sin añadir más miedo o historia al asunto. Se trata de despertar la capacidad de vivir la sensibilidad sin dramatismo, se trata de despertar la presencia del observador. Para mí, así se da el primer paso para desidentificar la mente de su idea de yo. Es una extensión de la aceptación de la paz.

 

Para mi esta esta es una afirmación y una pregunta obligada, no hay remedio, el concepto de “Perdón” necesariamente, en un contexto cultural Cristiano, automáticamente nos remite al Perdón de los pecados por parte de un ser superior encarnando que se hace responsable de nuestras culpas y castigos en un sacrificio; pero que tú prescindes de él y le das la responsabilidad de ese Perdón al individuo mismo, llegando incluso a conclusiones algo metafísicas, ya muy distintas a las religiosas. ¿Nos puedes explicar un poco esto?

 

Cualquier espiritualidad auténtica, no solo el cristianismo –entendido como camino espiritual y no como dogma o institución- te lleva a reconocerte como Espíritu, te devuelve a la identificación con Dios, con lo Divino, por tanto, toda espiritualidad real es no dualista. Para empezar, tenemos que abrirnos a la unidad y dejar de discutir sobre “quien tenía razón” o “porque nos engañaron”, pues todo esto es proyección inútil, un pensamiento de conflicto, un razonamiento circular basado en el victimismo.

 

Desde el Yo real, trasciendes toda noción de pecado y experimentas la inocencia, dejando ir el ego sin sufrimiento alguno.

 

Desde el Yo real, trasciendes toda noción de pecado y experimentas la inocencia, dejando ir el ego sin sufrimiento alguno. La pareja, por centrarnos en un tipo de relación íntima y profunda, se pone al servicio de la expresión del amor incondicional a través del perdón.

 

El perdón, por tanto, hace de la pareja un camino sagrado, como bien dices en la pregunta, una práctica espiritual, porque el perdón hace de toda relación una relación sagrada. ¿Puedes abrirte a esta sencilla respuesta? Así es la verdadera espiritualidad, sin importar cómo se llame. Así es el perdón auténtico, más allá de interpretaciones o juegos de poder.

 

¿Cómo vives tú la experiencia de estar libre de toda creencia? ¿Es ese el estado mental al que debemos aspirar? ¿lo que denominamos iluminación?

 

En este mundo no puedes vivir una experiencia absolutamente libre de toda creencia. No se trata de alcanzar una “consciencia absolutamente perfecta”. La perfección es una etiqueta del ego, y la iluminación forjada con etiquetas es una ilusión más del ego, un supuesto estado a alcanzar, una manera de intentar conseguir poder de modo espiritual.

 

De lo que se trata es de desear ESTAR DESPIERTO AHORA, regresar al estado despierto y vivir con naturalidad en el estado despierto, en el estado de consciencia de Quien eres. Establecer en este proceso un antes y un después es algo que al ego le encanta, poner metas, definir quien lo alcanza y quien no, pero eso no tiene utilidad alguna en la verdadera experiencia de “estar despierto ahora”, en la presencia nada de esto tiene sentido. Es simplemente una decisión, no hay mérito ni consecución alguna.

 

De lo que se trata es de desear ESTAR DESPIERTO AHORA, regresar al estado despierto y vivir con naturalidad en el estado despierto, en el estado de consciencia de Quien eres.

 

Lo que yo vivo es un estado muy natural de paz, alegría y fluidez. Un estado infantil de Ser quien Soy, de dignidad e inocencia, compatible con todo el suceder y en el que, por supuesto, intervienen un sinfín de circunstancias humanas y normales, pero que no alteran en absoluto mi experiencia y mi deseo de estar despierto ahora.

 

Desde fuera esto siempre se puede juzgar según ciertos criterios de “lo que sería estar despierto”, y cada uno se fabrica un modelo de “como debería comportarse alguien despierto”, y en base a esto se juzga y se clasifica a las personas que comparten públicamente su experiencia. Pero todo eso es proyección, no importa, y es absolutamente normal que no se entienda la experiencia hasta que no se viva.

 

Sentirte despierto es una experiencia, no es algo que debas imitar. Es una práctica, algo que cultivas con una forma de vivir muy sencilla y natural. No necesariamente es “perfecta” según los juicios de cada cual, ni en todo momento funciona del mismo modo.

 

Todo está en relación. No hay una forma idéntica para todos, en absoluto. Cada uno tiene su forma distinta de vivir la experiencia de despertar en relación con el mundo. Hay etapas en la conciencia a lo largo de todo el proceso de despertar y cada cual llama despertar a lo que le parece, según la etapa que en ese momento alcanza a comprender.Sentirte despierto es una experiencia, no es algo que debas imitar. Es una práctica, algo que cultivas con una forma de vivir muy sencilla y natural. No necesariamente es “perfecta” según los juicios de cada cual, ni en todo momento funciona del mismo modo.

 

Sentirte despierto es una experiencia, no es algo que debas imitar. Es una práctica, algo que cultivas con una forma de vivir muy sencilla y natural. No necesariamente es “perfecta” según los juicios de cada cual, ni en todo momento funciona del mismo modo.

 

En realidad, se trata de una decisión interna, no de algo que puedas conseguir, ni de algo que te haga distinto a los demás. Todo lo contrario, te sientes íntimamente unido a cada cual.

 

Desde la no dualidad el mundo es una ilusión y lo único real es Dios. Si Dios es el Creador ¿podríamos decir que Dios ha creado la ilusión o esta es apenas un reflejo de él?

 

Dios se expresa en cada consciencia, en cada vivencia. Por tanto, es perfectamente lógico pensar que Dios ha creado la ilusión, e incluso que, de cierta manera la vive. No obstante, no por ello Dios es una ilusión, ni Dios se ha transformado en absoluto por soñar un sueño. Por tanto, la respuesta es sí y sí. La ilusión es un sueño dentro de la totalidad infinita que es Dios, un sueño de autoengaño, que refleja solo una sombra de lo que realmente es su expresión auténtica.

 

¿Cómo definirías qué es Dios?

 

Pueden indicar bien palabras como Amor, Totalidad, Expresión y Relación infinita, Vida pura. Pero las definiciones de Dios tan solo aguardan una experiencia profunda, sencilla e incondicional de gozo sin causa externa, de gozo-identidad, y es en esa experiencia en la que verdaderamente Le conoces, y, por tanto, Te conoces.

 

¿Podrías explicarnos más concretamente que quiere decir que el mundo es una ilusión?

 

Dios se experimenta a si mismo de infinitas maneras, se expresa de maneras libres y variadas. Esta manera que estamos viviendo es una expresión de separación de identidad, que requiere olvido e inconsciencia del Sí mismo, un experimento de autoengaño en el que la mente crea un nivel donde se hace posible vivirse como si fuéramos entes separados, aun manteniendo nuestra grandeza invulnerable en el interior.

 

Este nivel de vivencia que crea la mente es como un sueño en donde sueñas que eres una persona que vive sus cosas, su propio universo. El mundo que te rodea corresponde con las ideas que vives, con tus interpretaciones, y a la vez, constantemente te desafía a cambiarlas o a defenderlas. Así es este sueño. Y los sueños, sueños son.

 

En el momento en que nos damos cuenta de que lo que estamos percibiendo, creyendo y experimentado no tiene por qué ser la verdad última, ni la expresión de nuestro auténtico Yo, entonces nos abrimos a recibir la guía del Maestro Interno.

 

Si, por el contrario, nos conformamos con lo que percibimos y con nuestras opiniones de lo que es real, sin duda deseamos seguir viviendo el nivel de consciencia soñado.

 

Si esta experiencia que vivimos, el mundo, la vida humana tal como la percibimos, es falsa, es una ilusión ¿Qué sentido tiene estar experimentándola y por qué Dios decide experimentarla?

 

Dentro de las explicaciones humanas no se puede entender la libertad divina. No puedes mantener los criterios de “para qué” o “por qué” que te rigen normalmente, y a la vez, comprender el estado de una mente que experimenta sin fin todo su poder sin condiciones ni límites.

 

Simplemente experimentas esta experiencia inocente y perfecta porque quieres y puedes. No es algo del pasado, sino del Ahora. No hay más requerimiento, ni existe necesidad alguna.

 

Quien realmente eres está experimentando su momento perfecto. Y no está obligado a expresar lo real, puede expresar, si lo desea, niveles de autoengaño y jugar con ellos. Y eso hacemos aquí. Y cuando nos cansamos de hacerlo, deseamos estar despiertos, y por tanto soñamos que despertamos. Así de simple.

 

En tus libros afirmas por un lado que existe un guion y que nada pudo ser de otra manera. Por otro lado, expresas la existencia del libre albedrío y nuestra total libertad ¿Cómo encajan estas dos visiones?

 

No encajan. Cada una tiene su contexto perfectamente explicado. En la primera perspectiva, te ofrezco la manera de salir del falso yo. El falso yo no tiene poder y simplemente vive el guion mental que le hace moverse y vivir acontecimientos. Esta perspectiva te ayuda a abandonar ahora mismo tu creencia en el falso yo y todo su proceso de pensamiento como un yo separado. Porque no su poder es falso.

 

En el segundo caso, te he llevado a identificarte con tu verdadero Yo, y tu verdadero poder. Desde esta experiencia, sientes la perfecta libertad de este momento en donde todo lo que vives lo has creado, lo has soñado tú, siendo tú la mente que crea tu universo. En la libertad de Ser quien eres vives dignidad, inocencia total, y tu poder para amar y vivir la aceptación de tu propio experimento, de tu propia creación. Perdonas tu sueño. Aceptar tu sueño te libera y te da el poder de Ser quien eres.

 

Como ves, en cada caso hay una consciencia distinta de quien eres, y, por tanto, una interpretación de lo que vives totalmente distinta. No encajan, has de elegir y vivir una de ellas ahora. La ilusión del tiempo te da la impresión de que ambos son posibles, pero no es así, solo uno es real y el otro imaginado. No encajan. Elige. ¿Es real para ti el yo falso o el Yo divino?

 

Cuando sufrimos no estamos expresando a Dios, sin embargo, no podemos dejar de ser Dios ¿cómo confluye esto?

 

A esta pregunta le sirve la respuesta anterior, pero es interesante añadir que es exactamente en esto en lo que consiste el perdón, en cambiar de un estado de yo falso a un estado de conciencia de Yo real, de pasar de un yo soñado a un Yo soñador. De nuevo, no es algo que confluya o encaje, sino un cambio de consciencia que eliges libremente.

 

¿Qué nos impide expresar quién Somos?

 

El deseo de vivirme como un yo separado, apegado al pensamiento del yo separado. ¿Qué prefieres? ¿Estar en paz o tener razón?

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