El Perdón

 

El perdón es entrega, es voluntad, es rendición. Es escucha más allá de mi interpretación. Es responsabilidad sobre mi percepción. Es atención sentida al corazón. Es la profunda humildad donde muere dulcemente el deseo de tener razón. Es la apertura a recibir la auténtica visión.

Cuando las personas me preguntan que es el perdón, surgen respuestas muy diferentes en mí. Y es que no es sencillo resumir este camino, más si tuviera que hacerlo de una manera sencilla, diría solamente que perdonar es amar.

 

El perdón es paz en tu interior, es la libertad del corazón, es ver como desaparecen las condiciones al amor, es sentir que tras cada ofensa late intacta la inocencia de nuestra Esencia.

 

Puedo contártelo, pero es preciso experimentarlo para comprender su magnitud. En realidad, lo has experimentado muchas más veces de las que crees. Suelo escuchar dos expresiones muy comunes y aparentemente opuestas al nombrar el perdón.

 

“Perdonar es muy difícil” o “yo no tengo nada que perdonar”

 

A la primera respondo, perdonar no es fácil ni difícil, es quiero o no quiero y cuando quieres toda la ayuda para que el perdón suceda llega hasta ti. Esa ayuda llega de “mano” de quien en verdad perdona, tu Ser. El Mismo que te hace comprender, una vez aceptada su ayuda, que no había nada que perdonar… pero ese es el final del camino. Antes de llegar a esa compresión te aseguro que hay mucho que perdonar.

 

Ante la segunda suelo preguntar ¿no experimentas tensión en tu vida, auto-exigencia, control, miedo? ¿no juzgas? ¿no te colocas por momentos por encima o por debajo de alguien? ¿no sientes a veces el corazón seco o aprisionado? ¿no escuchas una voz dentro de ti que dice ¡la he cagado!… entonces hay que perdonar.

 

Perdonar no es olvidar. Cuando perdonas puedes recordar perfectamente un suceso que te causo dolor y lo recuerdas en paz, entonces sabes que has perdonado. Perdonar no es justificar acciones ni pasarlas por alto, es ir más allá de ellas. Es comprender, no con argumentos razonados, sino con una Comprensión que trasciende las razones, que el otro no pudo hacer nada distinto de lo que hizo, pues sentía lo que sentía y veía lo que veía, preso de sus miedos y su dolor, igual que tú.

 

La culpa, el mecanismo predilecto del ego para mantenernos en sus fauces, siempre juega con el tiempo. “Podías haber hecho algo diferente de lo que hiciste” dice la culpa… y despliega toda la gama de posibilidades que, ya sea tras un año o tan solo tras 5 minutos después, ahora ves posibles, pero que en el momento del suceso no veías, sencillamente no podías, no estaban disponibles en tu conciencia. Tu emocionalidad, la de todos los implicados, tus miedos, tus creencias, tu dolor, te hicieron hacer exactamente lo que hiciste sin posibilidad de otra cosa.

 

¿Y sabes qué? lo que pasó, fuera lo que fuera, puede ser ahora puesto al servicio del aprendizaje y la sanación o entregado de nuevo al ego. Y eso lo decides tú, ahora, siempre ahora.

 

Y la decisión de a que maestro dentro de ti le entregas lo sucedido cambia toda la percepción del asunto. El perdón es un profundo cambio de percepción en tu conciencia.

 

Es una ampliación de tu visión. Es el puente que cruzas del conflicto a la paz. Perdonar es una decisión que se toma cada día, en cada momento de tensión, en cada instante que no sientes paz. En esos momentos sabes que necesitas regresar a tu estado natural, a tu conexión con tu verdadera Naturaleza. El perdón traza ese puente. Es una práctica, un camino de conciencia, un modo de vida.

 

No es de extrañar que surjan tantas resistencias a la hora de perdonar, pues el perdón es el principio del final del ego.
El perdón sucede siempre en el presente, cuando te vacías y en la quietud de un instante de silencio te vuelves disponible a que se restaure la mirada correcta hacia el otro, hacia ti mismo. La que nos une y nos iguala, la que ve más allá de lo aparente. La que mira de Ser a Ser y siempre está disponible. Cuando sucede lo llaman milagro.
Perdonar es devolvernos a nosotros y a los otros la percepción correcta sobre quien Somos.

 

Detrás de cada ataque y cada defensa hay un corazón que sufre. Hay por tanto una petición de amor. ¿Estás dispuesto a responder a la petición de amor con amor?

 

Bienvenid@ al camino del perdón.
Ana Sánchez Ferrer -Tutora de la Escuela del Perdón-

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